viernes, 17 de julio de 2015

Desafío de 30 Días: Día 3




Mis amados, siento que debo aclararles que a través de este desafío no es mi intención quejarme ni que piensen que estoy tan mal que el mundo se me va acabar. Esto es sólo compartiendo mi experiencia, de manera terapéutica, sobre el trayecto de los últimos tres años y medio de mi vida. No quiero que lean sólo el aspecto negativo. Fíjense también en lo positivo. Que aunque parezca poco, ahí está. Todo el mundo tiene sus días buenos y sus días malos. Yo soy igual. Explico las cosas de la manera que lo hago, no sólo para que el que lo padezca se identifique y sepa que no es el único que se siente así, sino para que amigos, familiares y seres queridos puedan entender aunque sea un poco la situación. Lean bien y no asuman. Puede que la respuesta a la pregunta del día no sea la más alegre, pero eso no significa que me estoy ahogando en un mar de depresión o que sólo puedo hacer las cosas arrastrándome

Esta es una condición que no sólo afecta físicamente, si no que afecta mental y emocionalmente también. No todo el tiempo me voy a sentir con deseos de tener la caja de dientes por fuera y el ánimo por el cielo. Al igual que sé les debe pasar a ustedes. Aun así, ya no estoy aquí lamentándome por mi desdicha. La he aprovechado para aprender más sobre la condición y sobre mí, y cómo he dicho antes, para compartir lo aprendido con ustedes. Espero lo tomen como lo que es, una oportunidad de aprendizaje, no sólo para los que llevan años con AR, sino también para los que acaban de ser diagnosticados con ella. Dicho esto, continuemos con el desafío.

Día 3: ¿Cómo conseguiste un diagnóstico?



Mis síntomas severos me atacaron mientras estaba en Arizona. Yo sólo había estado allí por un par de meses durante el invierno. Yo vengo de una isla tropical, así que supuse que el clima frío y seco era la causa. Un par de meses más tarde me fui a Texas, pero los síntomas persistieron. Después de un mes en Texas no pude soportarlo más y decido que era hora de volver a casa.


Cuando mi doctor me vio se asustó. Mis manos estaban tan hinchados que parecía que tenía guantes de boxeo y mis rodillas parecían jamones, al igual que mis pies. Había perdido más de 20 libras y apenas podía caminar. El dolor era horrible. Me daban palpitaciones sólo de abrir la llave de la ducha. El médico me dijo que si continuaba de esa manera podría morir en cualquier momento, porque mi corazón no podía soportarlo. Me mandó a hacer unas pruebas y luego me refirió al reumatólogo. Cuando la reumatóloga me vio, de inmediato supo que era AR, aunque mi RA Factor fue negativo. Dijo que todos los síntomas eran los de la AR. Ella me dijo que el tratamiento eventualmente involucraría a metotrexato, un medicamento utilizado para la quimioterapia en pacientes con cáncer y que podría comenzar a perder mi cabello. Me puse a llorar allí mismo. Entonces ella me inyectó cortisona y me dio mi receta.

Cuando llegué a casa con mis nuevos medicamentos vi que me había prescrito metotrexato. ¿Qué? Ella dijo EVENTUALMENTE. ¡Ella no dijo que iba a empezar con eso! Enojada y asustada busqué un nuevo reumatólogo.

Llegué a la nueva reumatóloga y al ver los resultados de mi prueba de anticuerpos CCP se asustó porque fue el más alto que jamás había visto. Ella llega a la conclusión de que tengo AR y también estaba en las primeras etapas de la osteoporosis.

Y fue así que me diagnosticaron.

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