sábado, 14 de marzo de 2015

Hay que aprender a soltar



Siempre he sido del tipo de persona que sobreanaliza las cosas, así que no fue extraño que cuando fui diagnosticada con AR me la pasé analizando la condición tratando de entender el porqué de la misma. Me fui en una búsqueda fuera de lo tradicional. En mi búsqueda encontré que nuestras enfermedades y los síntomas que presentamos están relacionados con nuestras emociones. Aunque hay condiciones de salud las cuales contraemos por proceso de contaminación, la gran mayoría están relacionadas a situaciones que pasamos en nuestra vida y la manera que las trabajamos o reaccionamos a ellas.

Personas que tienen conocimiento de esto se han acercado a mí y me han preguntado, ¿qué no quieres soltar? En realidad nunca he tenido una respuesta para ellos y me ha tomado mucho encontrar una respuesta a esa pregunta para mí. ¿Qué no quiero soltar?

A veces estamos tan metidos en las situaciones que ni cuenta nos damos de lo que está sucediendo. Estamos tan acostumbrados a hacer las cosas de tal manera que ni siquiera nos damos cuenta que nos estamos haciendo daño. Un buen ejemplo de esto es la alimentación. Se ha probado que hay muchos ingredientes que causan inflamación y dolor en personas con AR y aun así seguimos consumiéndolos. Unos más que otros. Si la manera en la que hemos vivido hasta ahora es la causante de nuestra condición, ¿no sería mejor cambiarla? ¿No deberíamos estar dispuestos a hacer lo que sea por nuestro bienestar? ¿Por qué le tememos tanto a hacer las cosas de una manera diferente? ¿Por qué nos aferramos tanto a lo que conocemos? Nos aferramos. Ahí está la clave.

Ustedes se preguntarán, ¿y a esta que le dio? ¿Por qué tanta seriedad? Pues les cuento que esta semana he estado pasando por una situación emocional que me hizo recordar todo esto. Fue el fin definitivo de una relación que era muy especial para mí. No era una relación amorosa, ni era ningún familiar. Era simplemente una amistad de muchos años, que en realidad terminó hace casi un año, pero esta semana di ese último paso que dio por definitivo el proceso. No solo reviví el dolor de hace un año, pero tuve que soltar definitivamente la relación y darle el último adiós.

Este proceso activó lo que pareció una reacción en cadena. Mi cuerpo comenzó a expresar físicamente lo que yo sentía emocionalmente. ¿Ustedes saben ese dolor que da cuando uno tiene algo agarrado bien fuerte y luego lo suelta? Ese entumecimiento de las manos, y se quedan como que encorvaditas y adoloridas. Pues así me sentía yo completa. Yo había estado bien y esa noche mi cuerpo se sentía así. Como si hubiese tenido algo agarrado bien duro y lo solté. Lo solté. Me duele todo, pero me liberé. Llevo par de días adolorida, pero eso es parte del proceso de soltar y liberarse. Ya hoy me estoy sintiendo mejor. Ya voy por esa parte en la que después del dolor de soltar, vuelve todo a la normalidad.

Fue un cambio fuerte, pero ¿saben qué? No me morí. El mundo no se acabó. Es más bien como cuando uno se quita un peso de encima. Y así ha sido con los demás cambios por los cuales he tenido que pasar. Y así será con los cambios que Tú tengas que pasar. Unos van a doler más que otros, pero al final vas a estar mejor. A mí esta situación lo que hace es que me pompea. Me anima a seguir buscando a ver, ¿qué más tengo que soltar? Te invito a que busques y analices tu vida. Pregúntate, ¿qué no quieres soltar? Si yo te digo que soltándolo todo recuperarás tu salud, ¿lo harías?




1 comentario:

  1. que bueno que compartas tu experiencia ! es de mucha ayuda! sigue adelante con la lucha !

    ResponderBorrar